La contienda electoral está polarizada. Por un lado la derecha económica tiene las de ganar con los cinco candidatos ahora en los primeros lugares de las preferencias electorales, todos ellos viejos conocidos en política. La primera, Keiko Fujimori, quien no baja del 30% y según las encuestas en el ámbito rural estaría bordeando el 50%. Según estas mismas encuestas el fujimorismo estaría ya con un pie en segunda vuelta, y lo más preocupante, según otros sondeos, amenaza con ganar estos comicios electorales en primera vuelta. El segundo, Julio Guzmán, el outsider que, desde atrás, con un discurso en contra de los “dinosaurios” de la política, y con el cuento de no ser “ni de izquierda ni derecha” parece haber captado el voto joven y de algunos otros sectores que entregan su voto a lo novedoso, haciendo parecer la contienda electoral a un mercado cualquiera, donde se impone la moda. El tercero, Pedro Pablo Kuczynski, el lobista que sigue sin despegar en las encuestas y lleva en su lista a Mercedes Araoz, una de las responsables del Baguazo durante el segundo gobierno aprista. El cuarto, Cesar Acuña, “el único académico del Perú” quien a punta de “plata como cancha” muestra cuan mercantil se ha hecho la política de nuestros tiempos, pues compra y vende conciencias como si fueran mercancía. El último, Alan García, el favorito de los grupos de poder enquistados en la CONFIEP; sin embargo, no tan favorito para el ciudadano de a pie, por haber sido identificado como el candidato de los narcos, unido a la candidata de los ricos, quien pone en riesgo la inscripción de los dos partidos políticos (PPC Y APRA).

Por el otro lado, la izquierda derrotada por sus propios errores, que en vez de haber buscado el camino de la unidad se dedicó a agudizar contradicciones dando origen a tres candidatos. La primera, Verónika Mendoza a quien parece no funcionarle su estrategia de campaña, pues tiene más votantes en el sector A y en mayores de 40 años. Además, de cargar con la pesada presencia de Marco Arana, quien durante las negociaciones por la unidad quiso aplicar la doctrina católica de “buenos y malos”. El segundo, Vladimir Cerrón quien se cree el elegido, por haber estudiado en La Habana y mira a los otros candidatos de izquierda por encima del hombro, cual intelectual acabado y terminado para iniciar la revolución en el país. Por último, Gregorio Santos a quien parece haberle ganado el pragmatismo y el pensamiento neoliberal, que junto al señor Alcántara utiliza a los fonavistas prometiéndoles la devolución de un saldo inexistente por sus aportes pasados, cosa imposible debido a la coyuntura económica. Pero no nos olvidemos del señor Barnechea quien está tan cerca pero, a la vez, tan lejos de evitar una derrota.

Hasta el día de ayer todo parecía seguir acorde a lo expuesto líneas arriba. Sin embargo, hoy, miércoles 24 de febrero, nuevamente los grupos de poder, sin hacer mucho esfuerzo y manejando las instituciones gubernamentales a su antojo, parecen haber sentado en Palacio de Gobierno al señor Julio Guzmán tras el fallo a favor de TPP. Parecen haber logrado decidirse por el outsider, encontrado en él un candidato perfecto para perennizar el modelo económico y seguir haciendo fortuna a costas de un país donde la desigualdad se agudiza día a día, dejando a García de lado pues ya está muy embarrado y con muy poca credibilidad para revertir el estado electoral actual. Es así que tras toda la novela en cuanto a la validación de su candidatura y tras “cerrarle la puerta en la cara” un par de veces y ahora último haciendo lo contrario a lo que todo el Perú creía, el señor Guzmán ya debe sentirse Presidente del Perú.

Es increíble como un improvisado está a punto de ser presidente de nuestro país, debilitando y haciendo más frágil la institucionalidad económica, social y política peruana, no es posible que alguien que de la noche a la mañana se le ocurrió ser presidente del país, tenga todas las de ganar y todo por una jugada astuta de los grupos de poder, que pusieron a Guzmán en el papel de Cenicienta, para en el futuro ponerlo en el reinado de nuestra “republiqueta”. No es posible que el Perú siga así cada cinco años, que de la noche a la mañana se presente algo novedoso y elijamos votar por moda y por propuestas mercantiles que satisfagan expectativas de los que están arriba, mientras que para la población aparecen como propuestas apolíticas. El Perú necesita verdaderos partidos políticos, necesitamos que todos los ciudadanos se involucren en política y no que cada uno viva su mundo y haga política a la hora de elegir al nuevo outsider. Esta es la “democracia” en la que vivimos, a la medida de la derecha económica. Estas elecciones presidenciales demuestran cuan introducido está en nosotros el capitalismo al ver que cada persona, y hasta familias, solo buscan quedarse con la tajada más grande del pastel haciendo parecer las elecciones, vuelvo a repetir, a un mercado cualquiera.